Curiosamente este martes 6 de julio, el “Día del Maestro”, buscando un documento de trabajo que había escrito en el milenio pasado, entre las hojas apareció un recorte de periódico con un artículo de mi padre, en El Comercio, a mediados de 1996, fecha que deduzco, por las noticias que se leen en el reverso del recorte. Este artículo de mi padre, “El maestro universitario nuevamente”, que lo reproduzco a continuación, refleja claramente el sentir de un hombre dedicado al conocimiento, para el Perú, y su reclamo con altura, por la condición de vida del maestro universitario. Tanto dar, para recibir tan poco. En esa época mi padre tenía 86 años de edad y presidía la Asociación de Pensionistas de la UNMSM (ASDOPEN), que había promovido y apoyado desde su creación, para así poder desde el colectivo, reclamar por los derechos y condiciones de los pensionistas de la universidad.
El curioso reencuentro con ese artículo de mi padre, en fecha tan especial, me hizo recordar al maestro con cariño, a mi padre, porque siempre fue consecuente, coherente y militante de su misión en la vida, tal como muchos a nivel nacional e internacional, lo reconocieron justamente. Fue Químico Farmacéutico y Doctor en Farmacia y Bioquímica por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), dónde enseñó por más de 40 años, fue Decano de Farmacia y Bioquímica por 2 períodos, Profesor Emérito, y Rector de la UNMSM por muchos años, además de ser Presidente de la CONUP (Consejo Nacional de la Universidad Peruana), y Secretario General de la Sociedad Química del Perú. Ganador de diversos premios científicos, con distinciones y reconocimientos a nivel internacional, y acá en el Perú entre otros, con la máxima distinción de Amauta. Un caballero de esos, que no son tan comunes, que tuve la suerte de tenerlo como padre, y en los años, como amigo Todo un ejemplo. Cómo no extrañar esos largos encuentros dominicales, sea personalmente, por teléfono o por cartas, en una estrecha relación epistolar que mantuvimos en los tiempos que me tocó vivir fuera del Perú. Y así fue, siempre tratando sobre el Perú, sus problemas y soluciones. Qué enriquecedor su soñar por el Perú y su clara visión, como capacidad de gestión para conducir nada menos que San Marcos, en épocas tan turbulentas, defender la autonomía universitaria, y sólo permitir la apertura de dos universidades. La Universidad Jorge Basadre en Tacna por la necesidad de que los peruanos no tuvieran sólo la alternativa de estudiar en universidades chilenas cercanas a la frontera, y la Universidad Santiago Antúnez de Mayolo, por las riquezas y potencialidades de Ancash. Y cerró “La Cantuta”, por encontrarse un arsenal de guerra en una visita inopinada. Recibió 26 universidades y terminó su gestión en CONUP con 27. Y quería que sean menos, porque a muchas de ellas, no las veía capaces de superar estándares internacionales. Consideraba fundamental para el desarrollo nacional unas excelentes universidades, para mejores profesionales y más grandes oportunidades de construir una sociedad próspera, en armonía y en paz
Pero volvió Belaúnde, para su segundo gobierno, y reabrió “La Cantuta”, y uno de sus ministros dijo que ese movimiento era sólo de simples abigeos, y todos sabemos lo que pasó después. Adicionalmente, Belaúnde siguió congelando los sueldos de los profesores universitarios, que ya venían en declive desde su primer gobierno, y que los militares para rematar la muerte lenta de la exigente formación profesional que deben dar los activos del Estado, congelaron los sueldos. Con García, ya fue como una “pena de muerte” a todo aquel que había dedicado su vida a enseñar, a construir Perú. Recuerdo a mi padre, con una austeridad extrema, sobreviviendo con dignidad sus 8 décadas, con un sueldo de hambre, y siguiendo activamente en forma ad-honorem, en la Sociedad Química del Perú, en la Federación Latinoamericana de Asociaciones Químicas (FLAQ), en ASDOPEN-UNMSM, y escribiendo su último libro “Figuras Cumbres de la Física y de la Química”, SQP, Lima, cuando de repente, todo lo que había luchado para que algo se pueda lograr en las pocas, relativamente, universidades, pero suficientes, si se desarrollaban bien cubriendo el territorio nacional según sostenía en su visión territorial, espacial (los estudiantes deben movilizarse, conocer la realidad nacional; quieren una universidad en cada esquina y todos quieren ser profesionales; se necesitan técnicos también; el desarrollo lo hacemos todos, cada uno en el rol que se desenvuelve), se derrumbó, ante la llegada del “pragmático” Fujimori (el mismo que “solucionó” el problema del transporte, con su pensamiento numérico, “el transporte es un negocio”, liberando las importaciones de carros viejos, con timón cambiado, que inundaron el país y nos han dejado un caos en el transporte), y así fue, que siguiendo su mismo razonamiento, no encontró mejor solución populista, que “la educación es un negocio”, y se crearon hasta 150 universidades, en dónde cualquiera es doctor, master, licenciado, bachiller, diplomado o experto. Y bueno pues, hemos logrado ser una sociedad de cualquieras, por lo que ahora, cualquiera es autoridad, cualquiera es profesor, cualquiera es catedrático, cualquiera es ejemplo en este país de cualquieras. Ese abandono progresivo de la exigencia profesional, convertida en un mercantilismo puro, es lo que nos está correspondiendo vivir. Estas son las consecuencias de haber convertido la educación en un negocio. Si hay que quejarnos, protestar, de lo que nos está tocando vivir, miremos el cuento completo, es la única manera de proceder al cambio, a la decisión de mejorar. Es vital ser consciente de la importancia de la educación en el progreso y desarrollo de un país
Mi padre, cuando vio el mercantilismo de la educación, me lo anticipó, “esto le va hacer mucho daño al desarrollo del país”, y se le deterioró la salud fuertemente, hasta fallecer en el 2000 a los 90 años. Tanta lucha me decía, para acabar en esto. Y así, con su recuerdo vaya un homenaje a todos los maestros, y decirles “Muchas gracias por todas sus enseñanzas”, y viejo mi querido viejo, para que la lucha continúe y tu voz siga presente, acompaño tu artículo del milenio pasado, que mantiene su vigencia en el Perú, y que debe ser atendido por las autoridades nacionales, porque “No hay revolución sin educación”. Las universidades deben ser parte activa del cambio. Son millones que se han invertido anualmente en estos poderosos activos del Estado, que con una gestión proactiva, pueden y deben dinamizar el conocimiento y la acción en los territorios en que se encuentren, movilizar a la juventud, nuestro futuro, y presentar las enormes oportunidades de generación de valor que poseemos a nivel nacional, para atraer a los empresarios y desarrollar alianzas universidad-emporesa, por Obras por Impuestos, por Alianzas Público-Privadas, por Proyectos en Activos; en sinergia con el Estado, los presupuestos de las universidades mejorarán y los maestros universitarios, bien remunerados y bien exigidos, podrán aportar a la sociedad, el acceso y las facilidades a tanto conocimiento. Estamos en la sociedad del conocimiento, es hora, de optimizar y rentabilizar el uso de estos importantes activos, algunos centenarios, siguiendo a la universidad más antigua de América la UNMSM, con 471 años
Al Maestro con cariño: El maestro universitario nuevamente. Juan de Dios Guevara Romero El Comercio, mediados de 1996
“No es inoportuno recordar que las Universidades tienen en nuestros tiempos una misión más allá que la ya trascendente, decisiva, de preservar la tradición y el saber. Su vida varias veces secular de la cultura, va unida a la idea de las Universidades, pero las mejores entre ellas no se contentan con ser focos de irradiación intelectual o científica. Se proponen la formación de hombres para que en sus manos, ciencia, técnica y artes, influyan y actúen como potencias defensoras de los supremos valores humanos
La categoría de una Universidad depende del nivel que alcancen sus profesores, y por eso también la preocupación mayor de toda Universidad, que se respete, es la de mantener en planos superiores el nivel de su personal docente, la de formar sus cuadros de magisterio, sin permitir que su calidad se derrumbe. De ahí que sea una institución que interesa a todos. Los que educan, prestigiando y jerarquizando la institución universitaria, son los maestros, son sus investigadores. La formación de un maestro, un investigador es dura, larga, difícil y delicada. Es producto de numerosos factores de ambiente, educación, oportunidades, aliento y orientación que con voluntad, tenacidad y perseverancia van sedimentando con el paso del tiempo. Nunca pueden improvisarse ni un investigador, ni un maestro
A los maestros indiscutibles, se les debe dar las facilidades económicas necesarias. Su dedicación requiere una remuneración adecuada que le permita vivir sin penurias, él y su familia. Es un hecho notorio que la remuneración de los maestros estatales es muy inferior a la percibida por cualquier otra clase de trabajador de igual o aún a menor jerarquía. En esta época de reajuste de valores, los docentes, los hombres de ciencia y de humanidades, lejos de encontrar mejorada su situación económica la ven empeorar progresivamente. Además es necesario darle una relativa comodidad de trabajo, para que se sienta cómodo en su gabinete o laboratorio, para que pueda conocerse sus comunicaciones científicas, etc. Queremos aquí tocar un tema que ya ha merecido más de una reflexión por parte de numerosos hombres de ciencia. Se trata de la escasa presencia de los científicos peruanos en los Congresos y otros eventos de carácter internacional, hecho que no condice con el nivel científico alcanzado por nuestro país en el campo de las ciencias. Esta preocupación reapareció con fuerza en una reciente reunión del XXII Congreso Latinoamericano de Química celebrado en Chile en la que se presentaron 107 trabajos de Argentina, Bolivia 12, Colombia 24, Cuba 6, México 37, Panamá 4, Perú 1, República Dominicana 1, Venezuela 23. No se diga del número grande de trabajos presentados por Brasil y Chile. A qué se debe que el Perú presente sólo un trabajo. A la baja remuneración de los maestros e investigadores universitarios peruanos que no pueden sufragar los gastos para participar en estos certámenes. Es necesario investigar la situación económica y social de los científicos con el fin de proponer enmiendas y corregir esta situación aun a pesar de las dificultades existentes. El docente universitario, en común con los demás trabajadores de las cosas del espíritu, no busca en el dinero sino la satisfacción de las necesidades de primero vivir. Por eso es necesario que el Supremo Gobierno vea la importancia del problema que aflige a todos los docentes la remuneración justa. Así, avanzaremos con la gravedad de quienes no ignoran sus duras responsabilidades frente al país; pero al mismo tiempo con la alegría de quienes conocen la nobleza de su tarea, de quienes saben que están forjando el mañana del Perú, del Perú que queremos todos: más grande, por más culto; más noble y más feliz, por más justo; más fuerte también, por más consciente de su destino. Este es el empeño de los maestros e investigadores universitarios”
#JuandeDiosGuevara