Y, ¿Qué pasaría, si intentamos corregirnos?

“El mayor descubrimiento de mi generación es: un ser humano puede cambiar su vida cambiando su actitud mental”. William James

Al año de inicio de la pandemia oficial en el Perú, e intentando ante la adversidad que nos toca vivir,  buscar estar a tono con el Año del Bicentenario, acabo de ver “El último bastión” una serie producida por el ITRP (Instituto Nacional de Radio y Televisión Peruana), que por su calidad, ambientación, buenos actores nacionales, te lleva hacia 200 años atrás, permitiendo al espectador vivir toda la trama histórica de la independencia del Perú, cómo a vislumbrar la respuesta que se le daría a Mario Vargas Llosa cuando se pregunta en Conversaciones en la Catedral, ¿en qué momento se jodió el Perú?.

Esa dominación española, estableció grandes diferencias, ocasionando una creciente desigualdad, y diversidad cultural y racial, que hasta ahora nos ha sido difícil superar.  Grandes resentimientos, por las desigualdades establecidas, que escalaron con el proceso de mestizaje, generando lo que en verdad somos, una mezcla letal, demasiado desunidos, y resentidos.

Un estudio realizada por el Instituto Integración (Jorge Yamamoto PUCP) arroja “dos identidades en el Perú, una el peruano respetuoso, y otra, el peruano desubicado. Señala que el peruano respetuoso es empático, respetuoso de los derechos de los demás y culto en su manera de comunicarse y relacionarse, siendo los menos evidentemente. En tanto que el peruano desubicado, es egoísta, envidioso y chismoso. Busca su propio provecho incluso a costa de los demás. Es infeliz ante los logros del otro y los descalifica si ve la oportunidad”.

Evidentemente, nada alejado de la realidad. A lo que se pudiera añadir, que son difíciles, complicados, pobres, ignorantes, resentidos, desiguales, mentirosos, corruptos, racistas, machistas, creyentes, controvertidos, y seguro se pudiera seguir. Una pena. Pero así somos, por mezclas no deseadas, pero que así se sucedieron. En la serie mencionada, “El último bastión”, se aprecia claramente cómo éramos y cómo siguen siendo la gran mayoría de los «peruanos desubicados»

Esa desigualdad se refleja en lo económico, en que el 10% de peruanos concentra el 53% de los ingresos a nivel nacional y que el 1% gana casi la cuarta parte del total de ingresos antes de impuestos. Con el agravante de que esta pandemia, ha destacado las brechas existentes,  incrementado la desigualdad, con 3 millones más de pobres que se calcula cómo resultante  del COVID 19, siendo de esos tres millones, un millón de niños.

De acuerdo con datos de desigualdad del World Inequality Database (WID), los países más desiguales en América Latina son Chile, México, Brasil y Perú. Esto nos indica que no sólo debemos reducir  la pobreza mejorando  unos estándares de bienestar, sino también reducir la desigualdad para poder construir una sociedad más justa y más cohesionada.

Estos datos nos deben hacen reflexionar sobre esta mala génesis histórica, que se tiene que cambiar, creando oportunidades. Y esta se logra con educación, con un estado eficaz y eficiente,  con objetivos y reglas claras para que actúen en libertad  los factores que generan riqueza, y ante las evidencias de cómo somos, sumar un cambio de mentalidad y comportamiento. Es evidente, que por la falta de educación, predomina la identidad del «peruano desubicado». Y esto se tiene que cambiar lo más rápido posible, por los de la identidad de «peruanos respetuosos»

Hay que buscar consensos, para procurar el cambio, evitando los extremos, de la derecha que solo vela por sus intereses, y de aquella izquierda que no se dio cuenta que el muro de Berlín cayó en el milenio pasado

Debemos encontrar puntos de acuerdo comunes para llevar adelante una reforma del estado, del sistema de justicia, de los servicios de salud, educación, transporte, vivienda, infraestructura, seguridad ciudadana, sistema de pensiones, cómo más derechos. Y para ello, necesitamos líderes, que tengan la capacidad de convocar a los demás para obtener los resultados deseados, con un proceder acompañado de valores éticos y morales. Y todos podemos ser líderes

En cuanto al tamaño del estado, no hay que preocuparse, debe ser del tamaño que sea necesario, pero sí, que sea eficaz y eficiente. Recuerdo en el milenio pasado, en ESAN, el exministro del MEF Carlos Boloña (+) presentó un libro sobre la reducción al mínimo del tamaño del estado y Hernán Büchi exministro de economía de Chile, reconocido cómo el artífice del “milagro económico” chileno, le dijo, que agradecía la invitación y la coautoría del libro, de la cual recién se había enterado en el vuelo a Lima, y lo refutó, diciéndole:” ¿Qué quién podía decir de qué tamaño debía ser el estado?. Que el estado debe intervenir en lo que el sector privado no va a intervenir, porque simplemente, no le es rentable hacerlo. Y sus intervenciones deben ser con la mejor calidad y productividad, esto es, mediante un estado competitivo”

Con la transformación digital que se proclama como una urgencia nacional, se debe desarrollar escuelas para líderes en todo el país. Esta necesidad es urgente, porque la sociedad está desilusionada de sus dirigentes. En castellano simple, está harta. La última encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) revela que el 61% de los electores tiene poco o nada de interés por la política, y sólo el 12% está interesado.

Esto es peligroso, porque si la propia sociedad no tiene interés en su propio cambio, ¿Quién se lo va hacer?, ¿grupos radicales?, o nos quedamos como estamos, y seguimos siendo el país no deseado

De inmediato, con carácter de urgencia, terminadas estas elecciones, se deben crear partidos políticos a nivel nacional, para ver si en 5 años, tenemos propuestas bien sustentadas, candidatos que valgan la pena, y no seguir en este rechazo a la política, por el penoso panorama que se ofrece en la actualidad, hecho que ya viene de tiempo atrás y se gráfica, reiteradamente, con todos sus expresidentes vivos, en problemas con la justicia.

Esto es un pasivo heredado de la dominación española, que nos legaron dentro de otros, nuestro problema principal, la corrupción. En la serie “El último bastión”, que está hecha con rigor histórico, a cargo de Juan Luis Orrego (PUCP), y cómo en los libros de la época se puede verificar, se recrea cómo eran los peruanos de esa época, y hasta ahora no hemos cambiado,  sino más bien se han incrementado “los peruanos desubicados”, atentando con los principios básicos de la cultura inca,  “ama sua, ama sulla y ama quella” (no seas ladrón, no seas mentiroso, no seas ocioso).

Cómo la historia lo dice, nuestros conquistadores fueron lo peor de la España de esos momentos. Aventureros que no tenían nada que perder, ya que no tenían nada que ofrecer. Hice personalmente, el esfuerzo de ir hasta Trujillo, Extremadura, España, al lugar donde nació Francisco Pizarro, y dentro del campo de las evidencias, es evidente, que este individuo, era un cualquiera, que no tenía padre, madre, ni perro que le ladre, para que por ese abandono en que vivía, poder haber llegado en esa época desde ahí, hasta el mar Mediterráneo, y luego desde ahí, hasta América

Los pasivos que nos dejó esa dominación, ese colonialismo tan mal hecho, fueron tan grandes, que hasta ahora  vivimos sus consecuencias. Por ello, es  posible que luego de un estudio realizado por la ONU y la Universidad del Pacífico, (Informe especial: Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 y los Planes de Gobierno) sobre la viabilidad de los planes de gobierno, para estas elecciones,  en correlación con los objetivos de desarrollo sostenible, aprobados por consenso global, frente a los principales problemas de la humanidad, sea el partido que quedó último en el ranking, como  el primero en las preferencias, según las encuestas.

El ranking del nivel de inclusión de los 17 objetivos de desarrollo sostenible en los planes de gobierno, dan un 73% a Guzmán, 69% a Forsyth, 67.9% a Salaverry, 63.4% a Mendoza, 57.1% a Urresti, 55.4% a Acuña, 54.5% a Arana, 50% a Fujimori, 48% a Humala, 47.3% a Santos, 45% a Bengolea, 38% a López Aliaga, 25.9% a Vega, 24.1% a Alcántara, 23.2% a Gálvez, 20.5% a Castillo, 19% a de Soto, 16.1% a Lescano.

Lo que da a entender que los peruanos, votan por simpatías electorales, y no por el voto informado. No hay preocupación por el futuro, y con seguridad muchos ignoran la existencia de estos 17 objetivos de desarrollo sostenible. Adicional de que tampoco se encuentra coherencia, en que el partido que tiene mayor porcentaje de inclusión de estos objetivos, en su plan de gobierno, tenga un candidato, que luego de su incidente con fuga incluida, y grabada, para que no queden dudas, no se haya retirado de la política. Se lidera con el ejemplo. Igual, para otros candidatos, en problemas con la justicia

De nosotros mismos depende cómo salir de esta catástrofe sanitaria, económica, social, agravada por una crisis política, debido a la falta de partidos políticos y de candidatos, la cual se ve alimentada con medios de comunicación que no fomentan la unión, la serenidad, la calma y sabiduría tan necesarias en la marcha de una sociedad, y más aún en plena pandemia y elecciones.

Por lo que vivimos a diario, es imperativo el cambio. Y para este cambio de mentalidad y comportamiento, debemos esforzarnos todos por cambiar. Nuestros defectos reflejados en el estudio de cómo somos los peruanos, amerita una atención prioritaria. Si no nos damos cuenta, de nuestros errores, y no tenemos un propósito de enmienda, difícil será poder postular a ser un mejor país.

Con las tecnologías educativas existentes debemos desarrollar un programa de inducción nacional, para que todos los peruanos conozcamos de todos los errores cometidos en nuestros 200 años de historia, y que objetivos pretendemos alcanzar, con todo lo que se espera de cada uno para hacer factible el logro de los mismos, y entrenamientos de liderazgo, con el ejercicio de habilidades blandas, necesarias, para interactuar mejor entre nosotros, y así poder aspirar a mejores resultados, en el Tricentenario que iniciamos

Pensemos que lo más importante para el desarrollo de una sociedad es su CAPITAL HUMANO, y si no priorizamos su atención, y su mejora, con una campaña a nivel nacional, de alfabetización siglo XXI, para visualizar y actuar por un Perú mejor, difícil, muy difícil, resultará nuestro progreso

“Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande, sólo es posible avanzar cuando se mira lejos”. José Ortega y Gasset

 

#JuandeDiosGuevara

1 comentario en “Y, ¿Qué pasaría, si intentamos corregirnos?”

  1. Samuel Morante Bardelli

    Un artículo muy valioso…un análisis aún oportuno, que nos revela, desnuda, la ignorancia y oscuridad que nos impide ver y votar con inteligencia y claridad, a fin de orientar nuestros pasos y destino para los próximos 5 años…no tenemos ni idea de la existencia de esos 17 objetivos de desarrollo sostenible, ni de la agenda 2030, ni de nuestras urgentes prioridades, ni de lo que contienen los planes de gobierno de nuestros candidatos favoritos…

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