Perú ante el Ferrocarril Bioceánico

…» ¿Por favor, me puede decir qué camino tomar desde aquí?, preguntó Alicia

«Eso depende adónde quieras ir» dijo el gato

«No me importa mucho a dónde en realidad…» dijo Alicia

«En ese caso no importa mucho cuál sea el camino que tomes» le contestó el gato

 Alicia en el País de las Maravillas. Lewis Caroll.

El Ferrocarril Bioceánico, concebido para conectar el Atlántico en Brasil con el Pacífico en Perú, representa una de las mayores oportunidades logísticas y geopolíticas del siglo para Sudamérica. En el corazón de esta ruta se encuentra el megapuerto de Chancay, en la costa peruana, una infraestructura moderna y de escala global que promete convertir al Perú en el nuevo eje de conexión entre Sudamérica y Asia.

Sin embargo, mientras Brasil y China ya avanzan con estudios técnicos y diplomáticos —como el reciente Memorándum de Entendimiento firmado en la Cumbre BRICS 2025— el Perú observa desde la periferia, sin presencia oficial, ni una estrategia clara. El hecho de que un proyecto ferroviario que termina en territorio peruano se negocie sin Perú en la mesa, refleja la desconexión entre nuestras potencialidades y nuestras decisiones políticas.

La situación es aún más inquietante si se considera que el 60% del puerto de Chancay pertenece a la estatal china Cosco Shipping. Como bien señala la experta Daniella De Luca: “China no construyó un puerto para Perú, sino en Perú”. La lógica geopolítica detrás del proyecto es clara: asegurar la salida directa de las materias primas sudamericanas hacia China y recibir sus manufacturas sin intermediarios. El Perú, por ahora, apenas actúa como territorio de paso.

Las contradicciones en el seno del propio Estado peruano son alarmantes. Mientras el Ministerio de Transportes minimiza el proyecto, el Ministerio de Relaciones Exteriores reconoce su inevitabilidad. Esta falta de coherencia evidencia una carencia de liderazgo y visión nacional. No se trata solo de infraestructura, sino de estrategia, soberanía y futuro.

La ausencia de Perú en la firma del MOU destapó una falta de cohesión interna. Declaraciones contradictorias entre el exministro de Transportes, Raúl Pérez Reyes, quien desestimó la prioridad del proyecto, confirmada ahora por su Premier Arana, denotan falta de voluntad política, y van en contra del Ministerio de Relaciones Exteriores, que reconoce el rol “inescapable” de Perú y su disposición a cofinanciar el tramo peruano, reflejando la ausencia de una estrategia nacional unificada. Esta incoherencia, sumada a la inestabilidad política y preocupaciones ambientales, debilita la posición de Perú frente a un proyecto de esta envergadura.

La historia de la Carretera Interoceánica, propuesta hace 33 años por la Cámara de Comercio e Integración Peruano-Brasileña (CAPEBRAS) y marcada por corrupción y falta de planificación, es un recordatorio de oportunidades perdidas. El Perú, con 2.822 km de frontera con Brasil, podría ser el puente entre Sudamérica y Asia, pero la falta de visión y proactividad gubernamental ha retrasado este potencial.

Ya lo vimos con la Interoceánica: un ambicioso plan de integración regional entre Perú y Brasil, concebido hace más de tres décadas por empresarios visionarios, que fue corrompido y desarticulado por la falta de planificación y gobernanza. El riesgo ahora es repetir la historia, permitiendo que el tren bioceánico se construya sin articular conexiones internas, sin preparar a nuestras regiones para integrarse productivamente, y sin garantizar que los beneficios queden en casa.

Perú debe reaccionar. Se requiere una estrategia nacional unificada, con participación interministerial y visión de largo plazo; estudios técnicos y ambientales propios que aseguren sostenibilidad; un modelo claro de financiamiento y gobernanza; diplomacia activa con China y Brasil; y una comunicación transparente con la ciudadanía.

El ferrocarril bioceánico podría convertir al Perú en el eje logístico del continente y una bisagra entre el Atlántico y Asia. Pero sin liderazgo político, planificación territorial y defensa del interés nacional, solo seremos testigos pasivos de un tren que pasa… y no regresa. La competencia existe

El ferrocarril bioceánico, con el Puerto de Chancay como su puerta al Pacífico, podría redefinir las rutas comerciales sudamericanas, reduciendo la dependencia del Canal de Panamá para ciertos flujos comerciales. Sin embargo, también intensifica la rivalidad entre China y Estados Unidos por la influencia en América Latina, con el puerto como un nodo clave en las cadenas de suministro chinas.

Perú tiene la oportunidad de convertirse en un conector estratégico entre Sudamérica y Asia, pero esto requiere superar sus desafíos internos y navegar con astucia las corrientes geopolíticas. La falta de acción y visión,  refleja una desconexión histórica que no debe repetirse. Este proyecto trasciende la infraestructura: es una oportunidad para redefinir el futuro económico y el poder de Perú en la región.

Es una Oportunidad Estratégica o una Nueva Ocasión Perdida

«El Perú siempre ha estado aquí. Entonces si sabes dónde estás, te das cuenta que estás en el medio campo y el que tiene el medio campo maneja, dirige el partido, no lo pasan por encima» JDGC

#JuandeDiosGuevara

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