El Perú se enfrenta a una encrucijada existencial. Tras una nueva crisis política, marcada por la inestabilidad y el reciclaje de élites, el colapso institucional nos obliga a un diagnóstico crucial sobre la naturaleza de nuestra decadencia democrática.
Esta crisis ha traspasado fronteras. El lunes 27, el prestigioso The New York Times publicó un artículo de opinión titulado “No se necesita un dictador para acabar con una democracia”, escrito por Will Freeman, investigador del Consejo de Relaciones Exteriores. En el Perú, el texto fue comentado por el politólogo Santiago Carranza-Vélez. Son dos visiones, aparentemente contrapuestas, que trazan las coordenadas de nuestra crisis: la muerte de la libertad sin dictador y la disolución del poder sin reemplazo.
Esta situación exige una respuesta cívica. Para construirla, debemos entender las dos visiones que explican la actual fragilidad del país:
- La tesis de Freeman: la muerte de la libertad por poderes paralelos.
Freeman advierte que la amenaza no proviene de una dictadura clásica, sino de un proceso más insidioso: la captura del Estado por poderes paralelos. Mafias, crimen organizado y economías ilícitas —minería ilegal, narcotráfico, corrupción— han tomado partes del Estado o coexisten con su complicidad, vaciando de contenido las libertades ciudadanas.
Una “difusa coalición de actores políticos influyentes” —Keiko Fujimori, Luna Gálvez, Cerrón, Acuña, López Aliaga, entre otros— usa el Congreso para promover “leyes pro-crimen” y garantizar la impunidad de sus redes. El resultado es un Estado ineficaz, depredador y cómplice, que no protege al ciudadano de la inseguridad ni de la extorsión.
- La réplica de Carranza-Vélez: la disolución del poder sin reemplazo.
Carranza sostiene que la crisis no es autocratización, sino fragmentación total del poder. No existe un Leviatán opresor, sino un vacío de autoridad: un “canibalismo político” que paraliza la gobernabilidad y perpetúa un “nuevo equilibrio de debilidades”.
La libertad, en esta mirada, se desvanece no por el yugo, sino por la ausencia de un poder capaz de garantizarla. Las mafias prosperan como consecuencia del abandono del Estado y de una clase política consumida por sus luchas internas.
Síntesis.
Ambas visiones describen la misma tragedia desde ángulos distintos, pero inseparables: la ausencia de autoridad y la fragmentación política son el terreno fértil para que los poderes paralelos tomen el control e instrumentalicen al Estado. La corrupción y la ineficacia estatal son dos caras de la misma moneda. El ciudadano vive atrapado en un Estado fallido, secuestrado o inoperante.
La tarea cívica.
Frente a este panorama, la misión ciudadana rumbo a las próximas elecciones es clara: construir un poder legítimo y funcional que enfrente y desmantele esta coalición de la desgracia.
El camino no es la abstención ni el voto nulo, que solo fortalece al sistema reciclado al reducir los umbrales de victoria de las minorías organizadas. Se requiere una acción estratégica que garantice la entrada de una masa crítica de líderes éticos, con un plan claro para restaurar la autoridad estatal.
La campaña debe centrarse en la calidad del candidato, no en su ideología. El objetivo es vetar activamente, mediante el voto, a la clase política que encarna el statu quo de la corrupción y la impunidad.
De ahí surge la propuesta: “Campaña 0 KM”, orientada a desmantelar el Sistema Reciclado. Su eje puede ser un “Observatorio Cívico de Antecedentes” —digital y público— que registre y visibilice:
- Sentencias o investigaciones judiciales.
- Votos en leyes “pro-crimen” o de impunidad.
- Lazos familiares o económicos con los poderes paralelos.
A ello se sumaría una campaña nacional: “El Voto del Miedo vs. El Voto de la Esperanza”, que evidencie con datos el costo real del “voto repetido”: inseguridad, extorsión, parálisis económica. “Tu voto por X es un voto por la extorsión.”
Debemos impulsar una ola de apoyo a los candidatos 0 KM, con historial limpio y un compromiso claro con la regeneración estatal. Exigir, además, una “Agenda Mínima de Rescate de la Autoridad”, que obligue a los nuevos líderes a firmar compromisos públicos para:
- Revocar las leyes pro-crimen.
- Fortalecer la Fiscalía y las capacidades de investigación.
- Despolitizar la administración de justicia.
El dilema peruano no se resuelve con populismo ni con mesianismo, sino con autoridad legítima y regeneración cívica.
“El Perú no necesita un dictador: necesita autoridad y regeneración. No votes por quienes se benefician de la ineficacia. Vota 0 KM: Cero historia con la desgracia.”
La próxima elección no será una más: es la última oportunidad para impedir que el sistema siga reciclándose. El desafío es elegir líderes capaces de romper la inercia del caos y reconstruir la autoridad estatal frente a los poderes paralelos.
Solo un Leviatán democrático, que garantice orden, ley y justicia, podrá salvar al país de la depredación criminal y la ruina institucional.
A través de un veto informado y la promoción de perfiles 0 KM, el Perú podrá transformar su crisis en una oportunidad de refundación, asegurando que la libertad no muera por opresión, sino que florezca bajo la protección de un Estado recuperado.
#JuanDeDiosGuevara