“Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que de ahora en adelante, ya no podré creer en ti”. Frederick Nietzsche
El cirujano de la presidenta Dina Boluarte, Mario Cabani, no asistió por tercera vez, a la citación de la Comisión de Fiscalización, que la preside el médico cirujano Juan Burgos, congresista por La Libertad, que entró con Avanza País y luego estuvo en las bancadas de Podemos, y ahora en Unidad y Diálogo Parlamentario. Ante su reiterada inasistencia, Burgos decidió presentar a sus colegas las pruebas que demostrarían que la presidenta sí mintió a los peruanos sobre sus retoques estéticos
El domingo pasado, el programa Cuarto Poder, presentó una hoja de control interno de la Clínica Cabani, escrita a mano, en dónde se aprecia la relación de operaciones y tiempo de duración de las que se hizo Dina Boluarte, desmintiéndola públicamente, y revelando un presunto cambio de favores por las operaciones. El cirujano estético Walter Navarro, dijo por Canal N, que la mayoría de operaciones han sido estéticas, y que operaciones como la rinoplastia y septoplastía requieren sedación, por casi 3 horas, más de los 40 minutos que había afirmado su abogado, y 2 o 3 días de reposo en la clínica, contradiciendo al abogado que sostenía que al término de la misma, siguió trabajando. El Decano del Colegio de Abogados, Raúl Canelo, afirma que de comprobarse cirugías a cambio de favores, configuraría el delito de cohecho
Luego de tremenda revelación, que volvía a presentar a la presidente como una persona que miente sin rubor alguno, se esperaba que esta vez, explicara al país de inmediato, el porqué de su evidente mentira, – la hoja clínica es contundente-, pidiera disculpas públicas, pero no fue así, al día siguiente, se fue a inaugurar el año escolar, cantando canciones infantiles, y luego gritando por la pena de muerte frente a inocentes criaturas, en su primer día de clases. Es de locos esta reacción. Nunca me imaginé ver algo así. Luego en tono amenazante, aseveró: “No haremos caso a situaciones que fabrican a lo Frankestein, esos muñecos no nos causan ni miedo ni cosquillas”
Cuando uno vive estos momentos, lo ve, lo escucha, le resulta difícil aceptar como se ha devaluado el cargo de Presidente de la República del Perú. Una pena. Definitivamente, no hay acto de corrupción más grande, que ocupar un puesto, al que no se está preparado.
Pero todo lo que vivimos es producto de un pacto que surgió cuando los congresistas no quisieron perder el sueldo y las gollorías de su cargo y poder hasta el 28/7/26. Recuerden las protestas, muertes, en que la gran mayoría quería adelanto de elecciones, ya hace más de dos años. Recuerden que desde esa fecha la gestión pública se ha ido deteriorando cada vez más, por copamiento del Estado, y preocupación por cambiar las leyes en procura de la impunidad de sus partidos políticos, de sus jefes y de sus colegas. Más de la mitad de los congresistas tienen pendientes con la justicia, al igual que las dos fuerzas que participaron en la segunda vuelta y los componentes de sus planchas presidenciales.
En toda esta preocupación, por lo suyo y no por el Perú, la delincuencia se desbordó y se les salió de control. Las cifras así lo confirman, el BCR afirma que la inseguridad ciudadana le cuesta al país al menos 2.2% del PBI al año, incluye únicamente los gastos de las empresas privadas formales en seguridad y los costos incurridos por el gobierno en administración de justicia. No considera los costos indirectos derivados de la pérdida de ingresos de los individuos como consecuencia de la victimización.
El congreso aparte de mantenerse y mantener en el poder a la presidente, sigue haciendo lo que le da la gana. Han dado una ley anti ONG, en que los mismos exdirectores ejecutivos de la APCl (Agencia Peruana de Cooperación Internacional) alertan sobre los peligros de la ley y aseguran que es inconstitucional, ya que nos quita muchas libertades fundamentales, como la de libertad de asociación, libertad de expresión y acceso a la justicia. Nos han impuesto la censura previa del Estado.
Ellos siguen, como si nada pasara, ante una población sorprendentemente pasiva, y en su mundo paralelo a la realidad, han aprobado un dictamen que dispone la creación de 20 nuevas universidades públicas, ¿con qué recursos, con qué calidad de profesores e infraestructura? Pura politiquería barata, populista. Los congresistas militares, no se quedan atrás y en vez de velar porque las Fuerzas Armadas , cumplan su papel en la constitución, cual es vigilar el orden externo, lo que significa cuidar las fronteras y que no sean una coladera, de ingreso de armas, que cada día reportan les quitan a los delincuentes, pero siempre hay más armas, se dedican a defender a un ministro abogado de delincuentes con serías denuncias, por malos manejos, que presenta cifras falsas, que no tiene la transparencia de reconocer si es su voz o no, y que ha ido contra la ley, para satisfacer los caprichos, venganzas y mentiras de su jefa, la presidenta que miente reiteradamente. No les importa cultivar los valores morales que necesita el Perú. Esto es un caos. ¿Qué está pasando acá?
Con todo este panorama, es lógico que el Perú, según el Índice de Felicidad de Ipsos 2025, una encuesta global realizada en 30 países, el Perú sea el país más infeliz de la región y uno de los más infelices del mundo. El 65% de los peruanos se considera “muy feliz o feliz”, una cifra considerablemente menor en comparación con los mexicanos (92%), brasileños (79%), colombianos (77%) y tanto chilenos como argentinos (73%). Además, el porcentaje de peruanos felices está por debajo del promedio global (71%), lo que ubica al país en la posición 25 entre las 30 economías evaluadas
Estos resultados no son una buena señal para la atracción de inversiones, y a su vez, reflejan el sentir de descontento generalizado, de una población que ya vive esta pesadilla de crisis política durante una década, frustrando el desarrollo social económico que un país con tantos recursos, debería aprovechar para combatir las grandes brechas económico-sociales y territoriales, que debemos superar nosotros mismos, porque nadie más lo va hacer. Pero estas autoridades, políticos, que llegan por este pésimo sistema electoral, que no filtra nada, cómo no conocen las soluciones a los problemas peruanos, en plena época de la economía del conocimiento, siguen polarizando a la gente. No hay diálogo, no hay reflexión, no hay conciencia del daño que nos están ocasionando
Todos conocemos que si no hay atracción de inversiones, no hay generación de empleo, y si no hay empleo, no hay ingresos. Y si no los hay, ¿cómo comen y viven diariamente? La respuesta la vivimos, con cada vez mayor inseguridad, mayor pobreza, mayor inseguridad alimentaria. Un círculo vicioso, en que no vamos a salir si no tenemos decisiones y acuerdos nacionales, sobre nuestro futuro. No es muy difícil entenderlo. Estamos en un Estado fallido. No hay seguridad. Las bandas crecen. Más extorsión y sicariato. Negocios cierran. Menos trabajo. Más pobreza. Más robos y asaltos. Nadie confía en la autoridad. Menos inversión. El país se hunde. La gente migra. El ciclo se repite.
Reitero lo que escribí luego de los resultados de la primera vuelta en abril del 2021, “¿Adónde nos llevan?”, en dónde argumentaba la necesidad de anular las elecciones, porque esto no es democracia. Democracia, es el poder de las mayorías, y ¿qué mayoría es que uno de cada 5 votara por la suma de las dos opciones que pasaron a la segunda vuelta en el 2021? Y que pasado el tiempo, esto se refleje en que más de 9 de cada 10 peruanos desapruebe al poder ejecutivo y legislativo. ¿Esto es democracia?
Seguimos perdiendo tiempo. Demasiado caro, nos está costando esta sobrevivencia. Hay un dicho en Japón que dice: » Si te subes al tren equivocado, bájate en la estación más cercana, cuanto más tardes en bajarte, más caro será el viaje de regreso»
#JuandeDiosGuevara