Adicional a las recomendaciones que sugiero en mi artículo de la semana pasada, sobre el “Viaje a Japón e Indonesia”, para que las inversiones en realidad se concreten, a continuación analizo algunas posibilidades de negocios que se pudieran realizar con Japón
Perú-Japón
- Perú exportó a Japón en el 2024 1.948.908 millones de dólares
- Perú importó de Japón en el 2024 364.241 millones de dólares
El Perú fue el primer país de América Latina en establecer relaciones diplomáticas con Japón en 1873 y también el primero en recibir migración japonesa a finales del siglo XIX. La relación comercial entre Perú y Japón está impulsada principalmente por el Acuerdo de Asociación Económica (AAE), que fue suscrito en Tokyo el 31 de mayo del 2011, entrando en vigencia el 1 de marzo del 2012, lo cual ha permitido un intercambio fluido de bienes y servicios.
En 2024, Japón se posicionó como el tercer socio comercial del Perú en Asia y el sétimo a nivel global, con una participación del 4.5% de nuestras exportaciones y del 2% en las importaciones totales. Entre el 2003 y el 2024 Japón se posicionó como el décimo sétimo país con mayor capital invertido en el Perú, con un total de 24 proyectos que suman US$ 860 millones, siendo el 55% destinado a la minería
Los sectores clave para la inversión, se encuentran en la minería y recursos naturales. Perú es un gigante minero. Las empresas japonesas tienen un gran interés en el cobre, zinc, oro y otros minerales. Las oportunidades se centran en la inversión en tecnología para la exploración, extracción sostenible y procesamiento de metales.
Otro sector, es la agricultura y agroindustria. Japón es un importador importante de alimentos. Perú puede exportar productos como la palta, espárragos, uvas, y súper alimentos como la quinua y la maca. Las alianzas estratégicas pueden enfocarse en mejorar la cadena de valor, desde el cultivo hasta la exportación, asegurando los estándares de calidad japoneses.
También, la pesca y acuicultura. El Perú tiene una rica biodiversidad marina, y Japón es un gran consumidor de productos pesqueros. Las inversiones pueden dirigirse a la modernización de flotas pesqueras, la implementación de tecnologías de procesamiento y la acuicultura sostenible para producir especies de alto valor como el langostino o la tilapia.
Así mismo, la tecnología y energía. Japón puede invertir en energías renovables en Perú (solar, eólica, geotérmica) y en infraestructura tecnológica. A su vez, Perú puede atraer a empresas japonesas especializadas en desarrollo de software, inteligencia artificial y biotecnología.
La Asociación de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) es el principal foro para estas alianzas. Japón ha sido un socio histórico y un gran inversor en Perú. Las empresas pueden formar joint ventures para combinar la experiencia tecnológica japonesa con los recursos naturales peruanos. Un ejemplo podría ser una empresa minera peruana que se asocie con una japonesa para implementar tecnología de punta en sus operaciones, mejorando la eficiencia y reduciendo el impacto ambiental.
Los empresarios japoneses, deberían aprovechar los recursos naturales de Perú y su ubicación estratégica en Sudamérica, aplicando la tecnología y el conocimiento japonés para crear valor agregado. Un buen plan para los empresarios japoneses sería invertir en el sector agroindustrial, estableciendo una empresa de procesamiento y exportación de súper alimentos peruanos, como la quinua, la maca y el sacha inchi, usando tecnología japonesa para mejorar la calidad, el empaque y la trazabilidad del producto. El objetivo sería posicionar estos productos en el mercado japonés como alimentos orgánicos y saludables.
Otra posibilidad que tienen, es que en lugar de solo comprar materias primas, se asocien con alguna empresa minera peruana para implementar tecnología de punta en el proceso de extracción. Invirtiendo en drones para la exploración, sistemas de monitoreo remoto y maquinaria eficiente. El objetivo sería mejorar la productividad y reducir el impacto ambiental, creando una marca de minería responsable que atraiga a inversores globales.
Gran oportunidad para los empresarios japoneses resulta ser el desarrollo de infraestructura portuaria y logística. Perú necesita mejorar su infraestructura para ser un hub logístico en el Pacífico, por lo que invertir en el desarrollo de puertos y centros de distribución, usando la experiencia japonesa en logística para optimizar las cadenas de suministro y facilitar la exportación de productos peruanos hacia Asia, debería ser su objetivo
Por parte de los empresarios peruanos, el objetivo debería ser el penetrar en el sofisticado mercado japonés, no solo vendiendo materias primas, sino también productos con valor agregado y experiencias culturales únicas.
Debería promoverse la gastronomía peruana, abriendo una cadena de restaurantes peruanos en Japón, enfocada en la alta cocina y en la fusión de sabores peruanos y japoneses (nikkei). Esto no solo sería un negocio gastronómico, sino también una plataforma para promocionar productos peruanos, como el pisco, el café de especialidad y el cacao, y educar sobre la cultura peruana.
También exportar productos textiles de alta calidad, para lo cual se debe procurar asociarse con artesanos andinos para producir y exportar textiles de alpaca y vicuña de alta gama. El mercado japonés valora la calidad, la artesanía y la exclusividad. La estrategia sería posicionar estos productos como lujo sostenible, con una historia detrás de cada prenda y un enfoque en el comercio justo.
Otra oportunidad, es el desarrollo de productos biotecnológicos. Con el apoyo de la ciencia y la biodiversidad peruana, los empresarios peruanos deberían asociarse con una universidad o un laboratorio japonés para investigar y desarrollar productos biotecnológicos. Por ejemplo, derivados de la maca, camu camu o el sacha inchi, para ser utilizados en la industria cosmética o farmacéutica.
Si se desarrollara un plan estratégico, a corto plazo, el Perú debería fortalecer la exportación de productos agrícolas y pesqueros de alta calidad, asegurando que cumplan con los estándares sanitarios japoneses. Y por parte de Japón aumentar la inversión en proyectos de infraestructura (puertos, carreteras) y energía renovable. Fomentando la transferencia de tecnología en el sector minero para mejorar la eficiencia y sostenibilidad.
A mediano plazo, el Perú debe diversificar su oferta exportable, no sola con materias primas, sino con productos procesados. Así mismo, promover el turismo cultural y de aventura en Perú para el mercado japonés. Los japoneses por su parte deberían invertir en el desarrollo de centros de innovación y tecnología en Perú, implementando programas de capacitación para profesionales peruanos, en áreas como biotecnología, inteligencia artificial y robótica.
A largo plazo, ambos países deben posicionarse como socios estratégicos para el mundo. Perú puede ser el proveedor de recursos naturales y productos procesados, mientras que Japón aporta la tecnología y el know-how. Juntos pueden formar joint ventures para exportar al resto del mundo, especialmente a América Latina y otros mercados asiáticos. Un ejemplo podría ser una empresa que combine el cobre peruano con la tecnología japonesa para fabricar componentes electrónicos que se exporten a Estados Unidos o Europa.
Con un plan estratégico, se trascendería la simple relación comercial de compra-venta de materias primas, para construir una alianza estratégica que potencie la innovación, el desarrollo sostenible y la proyección global de ambos países.
Hay que considerar que el interés de Japón en Perú se mantiene fuerte, especialmente en el sector de la minería, la energía y la infraestructura. Más del 40% de las empresas japonesas buscan invertir en Perú, centrándose en áreas como energías limpias y desarrollo de infraestructura. El Ministerio de Energía y Minas (MINEM) ha destacado el interés del Banco de Japón para la Cooperación Internacional (JBIC) y de varias empresas japonesas en participar en proyectos mineros.
Mitsui & Co. es un claro ejemplo. La compañía ha anunciado inversiones a corto y largo plazo en minería y salud. A corto plazo, se enfoca en servicios de mantenimiento para maquinaria minera y modernización de equipos, con planes de traer tecnología japonesa antes de 2026. A largo plazo (proyecciones para 2028), tienen un interés significativo en la extracción de cobre, con participación en proyectos como Las Bambas.
Japón ha asumido un rol clave en el desarrollo del proyecto agroindustrial de Majes (Arequipa). Tras una convocatoria internacional, el gobierno de Japón ganó la licitación para encargarse de la asistencia técnica integral para la rehabilitación y modernización del proyecto Majes Siguas I. La asistencia técnica de Japón, con una duración de 5 años y 3 meses, tiene como objetivo garantizar el riego de 16,000 hectáreas en la Pampa de Majes, Arequipa, y completar la extensión original del proyecto, añadiendo 8,000 hectáreas adicionales. La modernización del proyecto implicará una inversión de más de 531 millones de dólares, y se espera la creación de alrededor de 33,000 empleos directos, fortaleciendo la economía local y la agricultura en la región sur del Perú.
El comercio entre Perú y Japón ha sido un pilar de la relación, impulsado por el Acuerdo de Asociación Económica (AAE). En 2024, ambos países acordaron una «Hoja de Ruta (2024-2033)» con 61 proyectos para profundizar las relaciones en comercio, turismo e inversión. El TLC entre ambos países ha permitido un aumento significativo del comercio. Perú exporta principalmente minerales como el cobre, zinc y oro, y productos pesqueros y agroindustriales.
El objetivo es diversificar y aumentar las exportaciones no tradicionales, especialmente del sector agroindustrial y de la pesca, accediendo al mercado japonés con productos de alto valor agregado como la quinua, palta, espárragos y productos pesqueros procesados con el fin de que Perú se convierta en un centro de operaciones logísticas para Asia en Sudamérica.
El megapuerto de Chancay se presenta como un punto de inflexión para el comercio bilateral. Su desarrollo, liderado por la empresa china COSCO, tiene implicaciones directas para el comercio con Japón. El puerto permitirá rutas directas entre Perú y Asia, lo que reducirá el tiempo de tránsito de 40 a aproximadamente 23 días. Esto representa una ventaja significativa. Además, se espera una reducción de hasta un 15% en los costos logísticos. Chancay está diseñado como un «smart port», equipado con grúas automatizadas, vehículos no tripulados y sistemas de monitoreo en tiempo real, lo que aumentará la eficiencia y reducirá los tiempos de espera. Esto lo posiciona como un actor clave para el transporte de carga mundial, beneficiando a países como Japón al facilitar el acceso a los mercados asiáticos.
La inmigración japonesa ha dejado una huella profunda en Brasil que es el país con la mayor población japonesa fuera de Japón, con unos 2 millones de descendientes. La ciudad de São Paulo alberga la colonia nipo-brasileña más grande del mundo. En el Perú, también cuenta con una importante colonia japonesa y nisei, siendo la tercera más grande de América Latina, detrás de Brasil y Estados Unidos.
La idea de un tren bioceánico que conecte el Atlántico y el Pacífico es un megaproyecto de gran interés estratégico para facilitar el transporte de productos agrícolas y minerales de Brasil a los mercados asiáticos, sin depender del Canal de Panamá. Cómo sabemos la principal fuerza impulsora del proyecto es China, en colaboración con Brasil. Sin embargo, esto no excluye la participación de Japón en el futuro.
Aunque los resultados no muestran un apoyo financiero directo de Japón al proyecto actualmente, la tecnología japonesa en infraestructura ferroviaria es de las más avanzadas del mundo. Japón podría participar en la asistencia técnica, en la construcción de infraestructura complementaria o incluso en el desarrollo de la tecnología para la operación del tren. Su experiencia en sistemas ferroviarios modernos y sostenibles podría ser un aporte invaluable si Perú decide buscar alianzas más allá de las propuestas actuales.
#JuandeDiosGuevara