Innovar o Estancarse

El Premio Nobel de Economía 2025, otorgado a Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt, no es solo un reconocimiento académico: es una advertencia y una brújula moral para países como el Perú, donde el progreso parece atrapado en un ciclo de esperanza y frustración. Su mensaje es contundente: el crecimiento sostenido no nace del azar ni de los recursos naturales, sino de un proceso deliberado de innovación, competencia y libertad. El futuro no se espera, se crea.

Este Nobel rescata una idea esencial: la prosperidad no proviene de copiar modelos o de repartir lo existente, sino de generar conocimiento y aplicarlo. Es la lógica del crecimiento endógeno, donde el motor del desarrollo se enciende desde dentro, con instituciones que permiten pensar, experimentar y competir. Si el Perú aspira a librar su verdadera “Guerra a la Pobreza”, debe hacerlo con el poder del conocimiento, la tecnología y una nueva ética del trabajo y la innovación.

  1. La Cultura del Crecimiento: El Legado de Joel Mokyr

Joel Mokyr, historiador económico de la Universidad Northwestern, explica que la humanidad comenzó a crecer sostenidamente cuando unió dos mundos antes desconectados: la ciencia (el porqué de las cosas) y la tecnología (el cómo aplicarlas). Antes de la Revolución Industrial, las innovaciones eran casuales; después, se volvieron acumulativas. El cambio no fue solo técnico, sino cultural: nació una “cultura del crecimiento”, donde innovar dejó de ser un acto de rebeldía para convertirse en una virtud social.

Mokyr identifica tres pilares que toda nación moderna debe cultivar:

  1. Una comunidad científica racional, con libertad para investigar y debatir sin dogmas ni censura.
  2. Capital humano técnico y empresarial, capaz de traducir las ideas en soluciones productivas.
  3. Instituciones abiertas y predecibles, que protejan la libre competencia y no castiguen el éxito.

La lección es clara: sin libertad intelectual y sin un clima que premie la creatividad, las ideas mueren antes de transformarse en progreso. En el Perú, donde la burocracia asfixia al emprendedor y la corrupción erosiona la confianza, el reto no es solo económico, sino civilizatorio: debemos reemplazar la cultura del miedo por la cultura del mérito, y la sospecha hacia el empresario por el respeto a quien crea empleo y oportunidades.

  1. El Caos Creativo: Aghion y Howitt y la Dinámica del Progreso

Philippe Aghion y Peter Howitt, por su parte, desarrollaron el modelo de crecimiento por destrucción creativa, inspirado en Schumpeter. Su teoría explica que la innovación no es un proceso armonioso, sino una revolución permanente: cada nueva idea destruye parte del pasado para construir el futuro. Los smartphones reemplazaron a los teléfonos fijos, la inteligencia artificial desplaza tareas rutinarias, y lo mismo debe ocurrir con nuestras viejas estructuras productivas y mentales.

Su mensaje es incómodo pero verdadero: el progreso genera ganadores y perdedores. Si los perdedores —aquellos que se resisten al cambio— logran bloquear la competencia mediante proteccionismo o regulaciones excesivas, el país se estanca. La historia peruana ofrece múltiples ejemplos de sectores petrificados, de gremios que temen la innovación, de monopolios que sobreviven no por su eficiencia, sino por sus contactos políticos.

Aghion y Howitt sostienen que el crecimiento sostenible exige tres condiciones:

  • Competencia real, que permita la entrada de nuevos actores.
  • Incentivos a la innovación, a través de inversión en I+D.
  • Redes de seguridad inteligentes, que ayuden a los desplazados a reconvertirse sin frenar el cambio.

Es la economía del movimiento frente a la economía del miedo. Y el Perú, atado por la informalidad (70% del empleo) y la dependencia de materias primas (70% de las exportaciones), necesita moverse ya.

  1. Lecciones para el Perú: Del Valor-Trabajo al Valor-Conocimiento

El Nobel de 2025 nos invita a cambiar de paradigma: de la teoría del valor-trabajo a la teoría del valor-conocimiento. No basta con trabajar más; hay que trabajar mejor, con inteligencia, innovación y tecnología. Para ello, el Perú requiere una estrategia integral articulada en cuatro grandes ejes:

a) Reforma Institucional y Libertad Económica

El crecimiento necesita instituciones confiables y reglas estables. Como recordó Mokyr, la innovación florece donde hay libertad para emprender sin permiso y pensar sin censura. El Estado peruano, sin embargo, continúa atrapado en el pantano de la burocracia y la corrupción, que ahuyentan inversiones y condenan a la informalidad a millones de trabajadores.

El nuevo gobierno debe emprender una “Guerra a la Burocracia”, simplificando radicalmente los trámites para abrir empresas, digitalizando procesos y fortaleciendo organismos como INDECOPI para proteger la competencia y castigar los monopolios. Debe además garantizar seguridad jurídica, desterrando la criminalización del empresario honesto. Sin confianza no hay inversión, y sin inversión no hay empleo ni bienestar.

b) Revolución Educativa y Capital Humano

Ningún país puede innovar con una educación rezagada. La clave está en orientar el sistema hacia las áreas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) y en fortalecer la educación técnica que traduzca el conocimiento en productividad.

Se propone invertir al menos 6% del PBI en educación, crear polos tecnológicos regionales en Cusco, Arequipa y Piura, e integrar universidades con empresas a través de Centros de Desarrollo Regional (CDR) que promuevan investigación aplicada. Así se forma una masa crítica de innovadores, capaz de transformar recursos naturales en bienes con valor agregado.

c) Competencia, Emprendimiento e Innovación Productiva

El Perú necesita pasar de ventajas comparativas (recursos naturales) a ventajas competitivas (tecnología, conocimiento, marca país). Para ello se requiere un ecosistema de innovación que conecte al sector privado, universidades y Estado.

Se deben crear fondos concursables de I+D para PYMES (unos S/ 500 millones anuales), reducir aranceles tecnológicos y promover asociaciones público-privadas en minería verde, biotecnología y agroindustria. Solo así podremos elevar las exportaciones no tradicionales por encima del 30% y generar empleo de calidad.

d) Redes de Seguridad Inteligentes

Aghion propone el modelo de “flexicurity” danés: el Estado protege a quienes pierden su empleo no con subsidios permanentes, sino con capacitación y reinserción laboral rápida. En el Perú, un sistema de protección temporal (80% del salario por 18 meses) vinculado a programas de reentrenamiento digital podría amortiguar los efectos de la destrucción creativa sin fomentar la dependencia.

La solidaridad privada y la filantropía social deben complementar, no sustituir, al Estado. La ayuda debe ser trampolín, no colchón.

  1. Innovación Verde y la Guerra a la Pobreza

El crecimiento del siglo XXI será sostenible o no será. Aghion ha insistido en que la innovación verde es el nuevo motor del desarrollo. En un país tan vulnerable al cambio climático como el Perú, este enfoque es vital: necesitamos invertir en minería ecoeficiente, energías limpias y agricultura tecnológica.

El gobierno puede liderar una “Revolución Verde Peruana”, canalizando fondos internacionales y promoviendo un shock de inversiones regionales que multiplique la generación de empleo formal. La biodiversidad y la ubicación estratégica del Perú deben convertirse en plataformas para competir globalmente, no en excusas para el atraso.

  1. Epílogo: La Prosperidad como Derecho Moral

El Nobel de Economía 2025 no celebra teorías abstractas. Celebra el coraje humano de innovar, competir y adaptarse. Mokyr, Aghion y Howitt nos recuerdan que el progreso es un acto de fe en la libertad y en la inteligencia colectiva.

El Perú no está condenado al subdesarrollo; está llamado a superarlo. Pero para hacerlo debe reconciliar dos mundos hoy divorciados: el Estado y el mercado; el conocimiento y la acción; la ética y la eficiencia. La prosperidad no es solo una meta económica, sino un derecho moral de cada ciudadano a vivir con dignidad y esperanza.

La “Guerra a la Pobreza” no se ganará con discursos, sino con innovación, competencia y confianza. El Perú necesita menos miedo al cambio y más fe en su talento. Porque, como diría Schumpeter, “todo progreso destruye algo, pero lo que crea vale infinitamente más”.

El Nobel de 2025 nos ofrece una hoja de ruta. Solo falta lo esencial: voluntad política y liderazgo moral para ponerla en marcha.

#JuandeDiosGuevara

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